17 marzo, 2013

¡¡Camarero, por favor!!




¿Por qué motivo frecuentamos un bar, restaurante, granja de menús, etc.? Puede haber varios motivos, pero uno de ellos seguramente es porque somos bien atendidos. Nos sentimos como en casa. El camarero serio o dicharachero sabe exactamente lo que queremos sólo con vernos entrar.

Y no únicamente eso, sino que su actitud es justamente la que queremos en ese día. Si no tenemos ganas de hablar, el camarero nos sirve la consumición y se va; si por el contrario nos encontramos comunicativos, el camarero está dispuesto a explicarnos las vicisitudes del día.

Entrar en ese local nos ahorra tiempo por las mañanas antes de ir a la oficina, pues tras una breve confirmación: “El café con leche y el mini-bocadillo de queso ¿verdad?”… asentimos con la cabeza o hacemos una señal, en tres minutos lo tenemos en la mesa.




Entrar en ese local nos saca de apuros: “¡Ostras, me he dejado la cartera en casa, voy a sacar dinero!”, a lo que el camarero responde que no hace falta, que ya se lo pagarás mañana, porque sabe que vas a volver cada día, él ya se encarga de que así sea con su servicio y su amabilidad.

“Póngase en esa mesa de la esquina, que se la preparo en un momento y estará más cómodo”… Entrar en ese local con amistades, familia, compañeros de trabajo, siempre nos hace quedar bien, no nos defrauda.

Nos sentimos clientes únicos y, aunque sabemos que no lo somos, esa actitud nos hace sentir bien.

Es una relación de respeto mutuo, una fidelización natural, da igual que el camarero y tú os tuteéis, es lo de menos. Hay un respeto inherente a la condición humana. Es el respeto a una vocación… la vocación de servicio. No se trata de hacer reverencias, al contrario, se trata de ser consciente de un trabajo con una base muy clara: facilitar la vida a las personas. Por ello el respeto se vuelve bidireccional: respetamos a quien se esfuerza por facilitarnos la vida.

Esta es la actitud que debería imperar en todo servicio de Atención al Cliente. La actitud del camarero vocacional. Con ello ganan todos los agentes implicados en la relación: la empresa, el empleado y el cliente.


NOTA: he utilizado el término en masculino, pero entiéndase como “camarero/camarera”, “empleado/empleada”, “nosotros/nosotras”.

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