¿Por qué motivo frecuentamos
un bar, restaurante, granja de menús, etc.? Puede haber varios motivos, pero
uno de ellos seguramente es porque somos bien atendidos. Nos sentimos como en
casa. El camarero serio o dicharachero sabe exactamente lo que queremos sólo
con vernos entrar.
Y no únicamente eso, sino
que su actitud es justamente la que queremos en ese día. Si no tenemos ganas de
hablar, el camarero nos sirve la consumición y se va; si por el contrario nos
encontramos comunicativos, el camarero está dispuesto a explicarnos las
vicisitudes del día.
Entrar en ese local nos
ahorra tiempo por las mañanas antes de ir a la oficina, pues tras una breve
confirmación: “El café con leche y el mini-bocadillo de queso ¿verdad?”…
asentimos con la cabeza o hacemos una señal, en tres minutos lo tenemos en la
mesa.
Entrar en ese local nos saca
de apuros: “¡Ostras, me he dejado la cartera en casa, voy a sacar dinero!”, a
lo que el camarero responde que no hace falta, que ya se lo pagarás mañana,
porque sabe que vas a volver cada día, él ya se encarga de que así sea con su
servicio y su amabilidad.
“Póngase en esa mesa de la
esquina, que se la preparo en un momento y estará más cómodo”… Entrar en ese
local con amistades, familia, compañeros de trabajo, siempre nos hace quedar
bien, no nos defrauda.
Nos sentimos clientes únicos
y, aunque sabemos que no lo somos, esa actitud nos hace sentir bien.
Es una relación de respeto
mutuo, una fidelización natural, da igual que el camarero y tú os tuteéis, es
lo de menos. Hay un respeto inherente a la condición humana. Es el respeto a
una vocación… la vocación de servicio. No se trata de hacer reverencias, al
contrario, se trata de ser consciente de un trabajo con una base muy clara:
facilitar la vida a las personas. Por ello el respeto se vuelve bidireccional:
respetamos a quien se esfuerza por facilitarnos la vida.
Esta es la actitud que
debería imperar en todo servicio de Atención al Cliente. La actitud del
camarero vocacional. Con ello ganan todos los agentes implicados en la
relación: la empresa, el empleado y el cliente.
NOTA: he utilizado el
término en masculino, pero entiéndase como “camarero/camarera”,
“empleado/empleada”, “nosotros/nosotras”.
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